Moulin de la Galette

Llevó este nombre por la pequeña galleta de maíz de centeno (galette) que se ofrecía en compañía de un vaso de leche a los visitantes de la colina de Montmartre. Y es que , en un principio sirvió para moler el trigo y prensar uvas, pero cuando la bohemia parisina se asentó en Montmartre , se convirtió en una especie de cabaret de intensísima vida nocturna. Los bailes eran por la tarde los domingos y festivos, empezaban a las tres y duraban hasta pasada la medianoche, alumbrados por farolas e hileras de lámparas de gas. El ambiente seguía siendo el que correspondía a un baile de barrio, populachero y campechano, pero al caer la noche todo cambiaba. Los alrededores del Moulin se convertían en un sitio peligroso. Las calles y los descampados anexos, solitarias y poco iluminadas por las farolas de gas, se plagaban de personajes infectados por el alcohol, la prostitución y la miseria. El salón pronto se llena de gente, de artistas en busca de ideas y nuevas emociones, literatos, prostitutas y obreros. Se crea una atmósfera densa y neblinosa, huele a vino, a perfume barato y a tabaco. En el exterior hace frío y cae una fina llovizna que hace brillar las peladas y oscuras ramas de las acacias del jardín débilmente iluminado por algunas luces. La música suena estridente desde el estrado y la luz de las guirnaldas de farolillos, y las lámparas centellean sobre el techo y los fondos oscuros del nivel superior. En los márgenes hay grupos que charlan en pie, y veladores con parejas que se besan o en los que las vieja celestinas ofrecen los favores de sus jóvenes acompañantes, regateando con algunos de los clientes. Fueron clientes asiduos Renoir, Toulouse-Lautrec, Van Gogh, Pablo Picasso, Maurice Utrillo, Ramón Casas y Santiago Rusiñol. En 1915, cierra sus puertas a la historia.

 
◄Design by Pocket