Paul Gauguin

Nace en París, en la Rue Notre Dame de Lorette, en el barrio de Montmartre. Vive hasta los seis años en Perú, pues su madre, viuda, estaba emparentada con una familia limeña de origen español. En su juventud recorre el mundo como piloto de un mercante, aunque luego terminaría asentándose como próspero agente de cambio y bolsa en París, casado con una danesa y padre de cinco hijos. Aficionado al arte y coleccionista, la pintura se fue convirtiendo cada vez más en su pasión central. Discípulo del pintor Camille Pissarro, Gauguin es invitado a participar en las exposiciones del grupo a principios de 1879. Con 35 años, deja definitivamente su profesión para dedicarse a la pintura: el resto de su vida es un continuo abandono de familia, patria, amigos, comodidades y de todo aquello que no fuese su gran obsesión. Tiene una vida bohemia y aventurera. En 1887 se marcha con su amigo a Panamá, y se enferma de disentería y paludismo, lo que le obliga volver a París. Se enamora de Madeline Bernard, una joven de 17 años hermana del pintor Emile Bernard, ella no le corresponde. Conoce a los hermanos Van Gogh, Vincent y Theo. Theo se convierte en su representante. No hay entendimiento entre Vincent y Gauguin, ni en lo humano ni en lo profesional, sobre todo por parte de Gauguin. Después de seis años como artista, está sin dinero, ha vendido su colección de pinturas impresionistas y apenas vende sus pinturas. Para conseguir clientes organiza con Bernard y otros artistas jóvenes una exposición en el Café Volpinf de París. Hastiado de todo, decide irse lo más lejos posible de Francia, a Tahití. Con el fin de reunir dinero para el viaje, organiza una subasta de sus obras, donde entre los compradores se encuentra Degas. Pasó el resto de su vida en Tahití y en las islas Marquesas. Una modesta pensión que le enviaba un marchante de arte de París le mantuvo hasta su muerte, el 9 de mayo de 1903.

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