Pierre Auguste Renoir

(1841-1919). Hijo de artesanos, vivió sus primeros años en barrios proletarios donde trabajó como decorador de porcelanas y pintor de abanicos. Después pudo acceder al taller del pintor Gilbert y, luego, al de Gleyre, donde conoció a Monet, Bazille y Sisley, con quien más tarde compartió su casa en París. Durand-Ruel se interesó por su obra, y en 1874 participó en la primera exposición impresionista, en los estudios del fotógrafo Nadar. Considerado como uno de los más grandes artistas independientes de su época, es famoso por la armonía de sus líneas, la brillantez de su color y el encanto íntimo de sus muy variados temas pictóricos. A diferencia de otros impresionistas, le interesó más la representación de la figura humana individual o en retratos de grupo que los paisajes. En 1881, cuando se vio libre por primera vez de agobios económicos gracias a la adquisición de sus obras por el marchante Durand Ruel, decidió visitar Argelia e Italia. El contacto en este último país con las obras de los grandes maestros sumió al artista en una profunda crisis, durante la cual llegó a afirmar que no sabía «ni pintar, ni dibujar». Renunció entonces al impresionismo y se orientó hacia una pintura más lineal y de dibujo más sólido. Sin embargo, en 1889 volvió de nuevo a su estilo impresionista, centrado ahora en el desnudo femenino. Al morir su esposa Aline en 1915, Renoir, ya en silla de ruedas (sufría reumatismo articular), continúa pintando para ahogar su pena. Se refugió en Cagnes-sur-Mer, donde se mantuvo activo hasta el final de sus días y realizó, además de pinturas, algunas esculturas.


 
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