Arthur Rimbaud

Nace en Charleville, en el seno de una familia burguesa y católica. Pese a la separación de sus padres, la infancia de Rimbaud es todo lo grata que puede serlo la de un hijo de la burguesía, aunque su madre es autoritaria y rígida. Arthur detesta su tiranía, y se fuga con frecuencia, pero siempre volvía a casa. Estudiante inquieto y rebelde, es, sin embargo, superdotado y brillante. A los quince años ya ha ganado varios premios de redacción, y compone versos y diálogos en latín. A pesar de su corta edad, adopta una postura provocadora ante la vida, con ganas de experimentarlo todo. El joven Arthur se "tuerce" tras la lectura de Théophile Gautier, François Coppé y Paul Verlaine, y remite sus primeros versos a 'Le Parnasse contemporaine'. Decide irse a París. El dinero que tiene para el billete no es suficiente, de modo que se cuela en el tren. Detenido y encarcelado, su profesor, Georges Izambard, acude en su auxilio. Cuando vuelve a Charleville sólo tiene una idea: "todo menos trabajar". Del joven dócil y aplicado que era meses atrás, no queda más que el recuerdo. Se niega a estudiar, y después de una disputa con su madre, vende su reloj y parte otra vez a París. Sin un centavo, ronda por las calles, y se refugia en el estudio del dibujante André Gill, a quien apenas conocía. Cuando estalla la Comuna, Rimbaud va la capital a reunirse con los comuneros. Junto a los revolucionarios redacta himnos y manifiestos, pero el burgués que hay en él no tarda en manifestarse: les abandona por sus groserías y la mala calidad de su dieta alimenticia. Es entonces cuando, desengañado del ideal revolucionario, abraza el nihilismo, y concibe algo inusitado hasta entonces: una poesía que busca inspiración en la disipación, la negación absoluta de todos los valores, y el abismo. Un amigo le anima a escribirle una carta a Paul Verlaine, y le envía dos cartas con varios de sus poemas. Verlaine queda intrigado por el talento de Rimbaud y le responde invitándole a su casa. La amistad que les une da mucho que hablar en los cenáculos literarios del París bohemio. Llevan una salvaje vida disoluta de vagabundos. Verlaine le presenta a sus amigos, y después de leer un poema, le acogen como un genio. Pero al poco tiempo no soportan la irreverencia, el cinismo y la falta de tacto de Arthur. Ya pocos buscan su compañía, y casi nadie quiere promocionarlo a pesar de su genialidad. Sólo a Verlaine parecía no importarle las singularidades del joven. Al contrario: está absolutamente deslumbrado y persigue su compañía a todas horas, dejando atrás su familia y yéndose con él. Entre las veladas de absenta y hachís de los dos poetas, el desorden y el exceso, Rimbaud empieza a escribir Una temporada en el infierno. Mientras Verlain está preso por intentar matarle, Arthur regresa a Francia, pero su carrera literaria se ve afectada por el escándalo de Verlaine. El resto de los escritores le dan la espalda. Ante este panorama, se instala en Inglaterra. A partir de 1874 deja de escribir, y en 1875 se encuentra por última vez con Verlaine en Alemania. Pero este encuentro no sale bien, ya que Verlaine termina con cortes de navaja en la cara. Durante los 17 años siguientes sólo le mueve un interés: hacerse rico. Puesto a ello, no duda de ser mercenario en las colonias holandesas, tratante de esclavos en Abisinia y mercader en Etiopía. Pero en su rodilla se desarrolla un carcinoma; lo cual le obliga a regresar a Francia en 1891, donde días después le amputan la pierna. Muere ese mismo año.

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Fragmento de manuscrito de "Larme"

Larme

Loin des oiseaux, des troupeaux, des villageoises,
Je buvais, accroupi dans quelque bruyère
Entourée de tendres bois de noisetiers,
Par un brouillard d'après-midi tiède et vert.

Que pouvais-je boire dans cette jeune Oise,
Ormeaux sans voix, gazon sans fleurs, ciel couvert.
Que tirais-je à la gourde de colocase ?
Quelque liqueur d'or, fade et qui fait suer.

Tel, j'eusse été mauvaise enseigne d'auberge.
Puis l'orage changea le ciel, jusqu'au soir.
Ce furent des pays noirs, des lacs, des perches,
Des colonnades sous la nuit bleue, des gares.

L'eau des bois se perdait sur des sables vierges,
Le vent, du ciel, jetait des glaçons aux mares...
Or ! tel qu'un pêcheur d'or ou de coquillages,
Dire que je n'ai pas eu souci de boire !

 
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